Y quienes creen que ya no hay que sudar duro bajo el sol buscando una playa dónde pasar el día de San Juan.
Es mejor extender nuestras propias playas en la huerta, en el patio, en la azotea o en la vereda frente a la fachada de la casa para divertirse junto a los vecinos.
Solo sudará soplando y resoplando hasta llenar de aire estos inflables que desde hace un tiempo están invadiendo la ciudad y son la sensación, primero de los niños, porque los papás han encontrado en estos juegos un efectivo entretenimiento para sus hijos sin dejar de salir de casa.
Pero a pocas horas de San Juan, con los informes del Sector Salud de que la mayoría de playas están contaminadas, con las evidencias aquí publicadas de que los accesos a estos lugares están hechos una calamidad y con el miedo de que si dejamos casita van a estar a expensas de los rateros que están frotándose las manos reglando a las familias que saldrán de paseo, sin que en la ciudad haya suficiente personal policial para vigilar esa amenaza y sin que funcione ni sea efectiva ninguna cámara de vigilancia, la gente prefiere celebrar San Juan ajo techo, comprando baratito –ya no tanto, por la demanda- su propia playa en cualquier esquina de la ciudad, consumiendo dellibery su juane, encendiendo su HD, probando las nuevas chelas sin preocuparse de que “si bebes no manejes” o que “beber en exceso es dañino”, etcétera, etcétera, mejor henchir el pecho, soplar y a celebrar.
Lo malo es que, todo esto no está haciendo perder identidad.
¡Miren que cambiar la playa por un plástico insípido e igualmente contaminante, como el agua de tubería! Parece gracioso, pero todo esto es muy peligroso para la conservación de tradiciones e identidad.
Lean nomás “La voz de la calle” que está en esta edición, donde la mayoría de vecinos no sabe cuándo ni cómo fue la creación del departamento Ucayali.
Una pena y todo puede irse con el aire.
(Foto: Martín Soria)
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